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22/8/09
Dom Helder Cãmara
Para comprender dom Helder, hay que partir de una observación básica. Dom Helder fue en primer lugar un místico, un gran místico. Vivía todo el tiempo en el reino de Dios. No tenía tiempo para ´pensar en si mismo. Estaba siempre con la conciencia de estar trabajando en el reino de Dios. No se trataba de un reino de Dios celestial, sino del reino de Dios en medio de las luchas y las esperanzas de este mundo. Sabía que estaba metido en una gran aventura de Deus.
Todas las noches, iba a descansar como a las 11. Se levantaba a las 2 hasta las 5 para hacer oración. Escribía muchas de sus oraciones. Ha dejado 6000 páginas de oraciones. Pues, conservaba todo lo que escribía. Algunas pocas han sido publicadas hasta ahora. Pero las oraciones caben dentro del gran proyecto de publicar todos los escritos de dom Helder. Celebraba misa a las 6 después de un breve descanso.
Vivía pobremente. Como arzobispo de Recife, dormía en la sacristía de una antigua capilla colonial. Allí también recibía y atendía cuando no iba a la curia para asuntos más oficiales. No tenía empleada. No tenía chofer ni automóvil. Comía muy poco. Después de la misa un breve cafecito. El almuerzo lo tomaba muchas veces en un pequeño restauran popular en la esquina de la calle. En la noche poca cosa. Cuando no había nadie para ir buscarlo, iba caminando o tomando el bus. A veces un automovilista paraba y le preguntaba adónde iba, y le llevaba.
Nunca se ha escuchado de su boca una crítica de nadie, nunca sobre todo sobre los que más le odiaban o perseguían. Criticaba las estructuras, nunca las personas y manifestaba su reprobación cuando alguien criticaba otro en su presencia.
Acogía a todos con calor, cariño, entusiasmo como se cada persona fuera la persona más importante del mundo. Se acordaba de todas las personas que había encontrado una vez. No hacía ninguna distinción. Atendía a todos con el mismo interés. Podía ser un mendigo o podía ser un jefe político : la acogida era igual.
En varias parroquias burguesas el párroco nunca permitió que entrara y él nunca se impuso con la autoridad de obispo. Cuando llegó a la diócesis, dijo : habrá dos palabras prohibidas : mandar y exigir. Iba a las comunidades populares con entusiasmo y la gente pobre le adoraba.
Al mismo tiempo era de una actividad que parece imposible; recibía visitas, visitaba comunidades, escribía y dejó por lo menos 20´000 páginas. Ya había publicado 21 libros antes de dejar todo el resto de sus escritos para su posteridad Viajaba por el mundo unos dos meses cada año. Asistía a innumerables reuniones pastorales en su diócesis. Era un místico activo.
Dom Helder tenía una inteligencia fuera de lo común. Era una inteligencia intuitiva. Luego entendía una situación, un problema. Sabía descubrir en poco tiempo el valor de una persona. Por eso en Rio como en Recife supo organizar alrededor suyo un equipo de las mejores cualidades humanas. Con eso nombró un grupo amplio de obispos inteligentes, activos, capacitados y bien preparados por esa misión. Cada sábado en Rio se reunía con el nuncio Lombardi, y, entre otras cosas, hacían a los nuevos obispos. Tenía un talento extraordinario para luego saber lo que tenía que decir a una persona que encontraba por primera vez. Los que vivieron cerca de él pueden contra innumerables anécdotas que muestran como sabía orientar la conversación, desmontar las trampas de sus enemigos.
Tenía una capacidad de convencer a sus interlocutores. Un día en Ginebra supo que allá estaba también Roger Garaudy que todavía estaba en el comité central del partido comunista francés y era uno de los líderes intelectuales del partido. Dom Helder le pidió una audiencia. Conversaron y después de la conversación, Garaudy salió diciendo :”Yo soy cristiano!”. Casos semejantes serían innumerables. Sabía colocarse en el lugar del otro.
Era eloquente. Hablaba con los gestos, con los brazos. Tenía una voz fuerte en un cuerpo tan flaquito. Sus discursos atraían muchos miles de personas de todas las categorías. Era de una imaginación transbordante. Cada día tenía nuevos proyectos. Realizó muchos de ellos. Sabía despertar entusiasmo y dedicación a sus causas.
Desde el seminario el joven Helder manifestó un carácter fuerte. El seminario de Fortaleza era dirigido en aquel tiempo por Lazaristas franceses que habían importado todo el rigor de los seminarios del siglo XIX. Un día Helder fue a hablar con el rector y le pidió que dejara una serie de medidas de controle y vigilancia que eran sagradas en aquel tiempo. Logró convencer al rector.
Fue ordenado a los 22 años por permiso especial de Roma. Luego mostró tales cualidades de relación social, de comunicación y de fuerza de convicción que el obispo le confió la tarea de organizar la campaña electoral de los candidatos aprobados por el episcopado. Fue un triunfo. Helder tenía 24 años pero eligió 7 de los 11 diputados en la Camara de diputados nacional en Rio. Eligió también 17 de los 30 diputados en la asamblea legislativa del Estado de Ceará. Poco después el gobernador impresionado por ese joven talento quiso nombrarlo ministro de educación del Estado de Ceará. Tenía 26 años, el más joven de los ministros. El obispo le dio orden de aceptar. Quedó menos de un año y renunció porque se dio cuenta de que, como ministro, no tenía autoridad ninguna. Los que mandaban, eran los dueños de la tierra. Se fue a Rio invitado para asumir una función de consejero del Consejo Nacional de Educación.
En Rio de Janeiro, la capital del país durante casi toda su permanencia, dom Helder pasó 28 años de vida sacerdotal e episcopal. Fue acogido con mucho entusiasmo por el cardenal Leme arzobispo de Rio e el personaje más importante en el episcopado de aquel tiempo. Después de 4 años de vida política, Helder pidió al cardenal permiso para se retirar de la política y trabajar en asuntos de Iglesia
Entonces Helder inició una brillante carrera eclesiástica. Fue nombrado responsable por toda la educación católica en el Brasil todo. Fue nombrado asesor nacional de la Acción católica con la incumbencia de instalar el modelo belgo-francés por clase social. Todo eso le permitió conocer todas las regiones de la Iglesia católica en Brasil, como ya conocía todo el mundo político. Además tenía una serie de compromisos menores. Conociendo la situación de aislamiento en que vivían las diócesis, imaginó el proyecto de una entidad permanente para mantener contactos entre todas las partes de la Iglesia. Habló con Montini y le convenció que tenía que convencer a Pio XII. Pio XII aceptó la creación de una Conferencia de los obispos de Brasil (CNBB) de la cual Helder fue el fundador en 1952. Era la primera Conferencia episcopal y el modelo se extendió después al mundo entero. Dos años después, con la colaboración de don Manuel Larraín, obispo de Talca, Chile, fundó la Conferencia episcopal latino-americana (CELAM), también por intermedio de Montini.. Fue secretario general de la CNBB durante 12 años.
En 1955 fue encargado de organizar el Congreso eucarístico de Rio. Fue un triunfo. Helder había sido nombrado obispo auxiliar de Rio algunos años antes. El Congreso era de cierta manera la cumbre de su carrera eclesiástica. Era el hombre más importante en la Iglesia católica del Brasil porque manejaba casi todo, incluso nombrando a los obispos. Entonces sucedió un hecho imprevisto : la conversión de dom Helder. Iba a iniciar una nueva vida.
Al final del Congreso, el cardenal Gerlier fue a despedirse de dom Helder y le felicitó por el éxito del Congreso. Y le dijo : “Usted que tiene tantos talentos de organización. ¿Por qué no pone esos talentos al servicio de esta realidad tremenda de Rio, esas favelas que no se sabe como el pueblo de Rio soporta ?” En ese momento dom Helder tomó las manos del cardenal y le dijo : “ Señor cardenal, hoy mi vida cambia”. Cambió inmediatamente.Dom Helder se lanzó en el reto de las favelas. Había 400.000 favelados en Rio en aquella época. Hoy son por lo menos 5 veces más. Pero en aquel tiempo ya era un problema grande., Dom Helder fundó la Cruzada de Sao Sebastião, o Banco da Providencia, y crió muchas actividades. En realidad el problema era tan amplio que ni él ni todos juntos habrían podido solucionarlo. Pero eso cambió radicalmente su óptica. Se dedicó ahora prioritariamente a los pobres. Había descubierto su realidad. Durante casi 20 años se había dedicado con una energía y una imaginación transbordante al servicio de la Iglesia. Ahora empezó una nueva vida de servidor de los pobres. Era recibido con entusiasmo en todo el Brasil. Con algunos obispos del Nordeste lanzó el movimiento por una reforma agraria y logró la participación del presidente Juscelino Kubitschek.
Estaba en eso cuando empezó el Concilio Vaticano II. Nunca tomó la palabra en la asamblea. No era su modo de actuar. Siempre buscaba otro para proponer sus ideas. En el Concilio hizo amistad con el cardenal Suenens que era muy importante como uno de los 4 moderadores y el más influyente. Trabajó más en los pasillos. Estuvo en el grupo de los pobres que se reunía regularmente en la Domus Mariae para examinar el Concilio desde la perspectiva de los ´pobres. Pues la mayoría de la asamblea estaba con otros asuntos. Pero había una pequeña minoría que había escuchado el llamado del Papa Juan XXIII, repetido en la asamblea por el cardenal Lercaro de Boloña, sin encontrar eco. Helder promovió el llamado Pacto de las Catacumbas firmado el 16 de noviembre de 1965 en la catacumba s. Domitila en la que 40 obispos de diversas naciones tomaron el compromiso de vivir pobremente y al servicio de los pobres. Este pacto tuvo repercusiones porque fue la base de la Conferencia del CELAM en Medellín en 1968.
Además su presencia en el Concilio fue destacada, e allá se crió muchas amistades que fueron la ocasión de muchas invitaciones en toda la cristiandad. Hubo una coincidencia histórica. En 1964 los militares dieron el golpe e se tomaron el poder que conservaron durante 20 años. El golpe que se decía anti-comunista tuvo el apoyo de la Conferencia episcopal y de la inmensa mayoría de los católicos, aunque hubiera decenas de miles de militantes cristianos víctimas de la represión. Dom Helder quedó aislado y marginado de todas las instituciones de la Iglesia. Durante años con sus contactos personales abrió los ojos de sus colegas obispos y después de 6 años logró un cambio en la Conferencia Episcopal con la elección del futuro cardenal A. Lorscheider para la presidencia. Desde entonces la Iglesia católica estuvo al frente de la oposición al gobierno militar, denunciando todos los abusos de la represión.
La acción de dom Helder por los Derechos humanos le valió una persecución constante por parte de los militares, pero, por otro lado una fama internacional de defensor de la justicia y de la paz. Tomó la palabra en diversos países, siempre con muchedumbres de oyentes. Era como el símbolo de la lucha por la justicia y la paz. Solo no recibió el premio Nobel de la paz porque el gobierno brasileño presionó el gobierno y el parlamento de Noruega para que el premio no le fuera concedido. El acontecimiento más famoso fue el discurso en el palacio de Deportes en Paris en 1970. Dom Helder denunció las torturas practicadas por los organismos de seguridad del gobierno militar en Brasil. Citó los casos de los que podía dar testimonio directo porque había visto las víctimas. Suscitó una tempestad en Brasil. Pero en el mundo la repercusión fue inmensa.
Fue nombrado arzobispo de Recife en 1964 pocos días después del golpe militar. Para los militares Recife y el Estado de Pernambuco en general eran los más peligrosos centros del comunismo, porque allá estaban Paulo Freire, Francisco Julião y los primeros movimientos populares por la reforma agraria. Desde el ´principio dom Helder manifestó que sería el obispo de todos, lo que incluya de los comunistas también. Fue una larga historia de tensiones y persecuciones. No lo mataron, pero como advertencia mataron a un joven sacerdote e y prendieron otros. Prendieron y torturaron también colaboradores laicos.
Como arzobispo, dom Helder dio la prioridad a las comunidades populares que tenían el nombre de Encuentro de hermanos. Su puerta estaba abierta a todos y los pobres no tenían miedo de importunarlo. Podía contar con un grupo de sacerdotes y de religiosas totalmente dedicados a la misma opción. Los holandeses pueden recordar la memoria del redentorista holandés Humberto Plummen que como sociólogo e apóstol do mundo popular contribuyó mucho, porque fue muchas veces llamado por dom Helder para todo lo que se refería a los problemas sociales.
A dom Helder no le dieron el sucesor que merecía. El sucesor organizó el silencio sobre todas sus obras. Cerró el instituto de teología y fundó un nuevo seminario de los más tradicionalistas que se puede imaginar. Echó de la diócesis 14 sacerdotes, y mantuvo alejados otros muy brillantes que habían colaborado con dom Helder. Suprimió las pastorales sociales en las que militaban seguidores de dom Helder. Durante 25 años no se citó el nombre de dom Helder en la diócesis. Y el estilo del nuevo arzobispo era exactamente lo contrario del estilo de dom Helder. Pero ahora recién empezó un nuevo arzobispo, dom Fernando, que se manifiesta como discípulo de dom Helder. No podrá repetir lo de dom Helder porque este es inimitable. Pero volverá a defender pastorales sociales que puedan prolongar en un nuevo contexto las intuiciones de dom Helder. Terminó el silencio.
José Comblin
José Comblin, theólogo belga, llegó en 1958 a Campinas, Sao Paulo, donde era profesor de theología. Después de trabajar dos años en Chile fue nombrado asesor de dom Helder en 1965 y enseñó en el Instituto de Teología de Recife. En 1972 fue expulsado del Brasil y partió otra vez para Chile. Desde 1980 volvió al Brasil para trabajar en misiones populares y en la formación de laicos populares. A solicitud de la redacción escrbió esta ´reminicencia´ a dom Helder Camara quien murio el 27 de agosto de 1999.
Reacties
Don Helder Camara had altijd al een bijzonder plekje in mijn hart en mijn herinnering. Ik ben heel blij met dit levensverhaal en ga het publiceren in mijn blog, www.zustervannu.nl. Het brengt me op een idee; voor de zusters die niet met computers werken een verzamelband aanleggen met dit soort goede artikelen van R.K. Kerkplein.
In dank voor de inspanningen van de Redactie.
Theresia Saers Soc. van JMJ - 's-Hertogenbosch
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